ANTONIO RODRIGUEZ / COMUNICACION FEB
No deja de ser curiosa la circunstancia que envuelve este Eurobasket, en el que todos los componentes de plantillas NBA cuyas selecciones tienen representación en él, han intentado no perderse este campeonato (a no ser que sea por fuerza mayor en forma de lesiones), debido al “vaya Vd. A saber cuándo volvemos a jugar”. Así nos encontramos con  las caras más atractivas que cualquier torneo continental nos haya podido ofrecer nunca. Estrellas del universo NBA como Joakim Noah o Serge Ibaka aterrizan por primera vez en cita oficial. Lituania se vestirá de gala, no sólo con el hecho de albergar un Eurobasket sino además que, con este brillo NBA, sacará del cajón sus gemelos más deslumbrantes.
Mi buen amigo Lucas Sáez-Bravo me preguntó el otro día quien fue el pionero de todo este desembarco de profesionales NBA al baloncesto europeo, más concretamente, en un Eurobasket. Y la respuesta tampoco era muy complicada. En Abril de 1989, en Munich, durante la disputa de la Final Four en la que unos descarados chavales que vestían la elástica de la Jugoplastika Split asomaron a la élite y asombraron al mundo, la FIBA dictaminó que al fin los profesionales NBA, podrían jugar con sus selecciones. Hasta entonces, ningún jugador profesional (y las únicas ligas consideradas profesionales eran la NBA y …la liga filipina ¡Sic!), podían vover a jugar con sus selecciones. Supuestamente, rompieron su status de amateur (de hecho, antes FIBA, significaba Federation International of Basketball Amateur). Comenzaba la maquinaria del “Dream Team”.
Sin embargo, el primer paso  se produjo en Zagreb en los albores del verano del 89, en aquel Eurobasket donde se reunió quizás la mejor selección de la historia en nuestro continente. Yugoslavia apabulló a todos sus rivales para alzarse con el oro. Durante aquel torneo que lo disputaban 8 selecciones (tiempos cambian), Gheorghe Glouchkov,  pívot búlgaro de gran capacidad reboteadora, volvía a representar a su país tras un periplo de cuatro años. Entre medias, jugó una temporada con los Phoenix Suns, convirtiéndose en el primer europeo en disputar una temporada en la NBA sin haberse formado en una universidad estadounidense alguna. Su aventura duró un año sin mucho éxito y pocos minutos, y sus servicios acabaron pagándose en Caserta, ganándose el jornal capturando rechaces para alimentar de balones al gran Oscar Schmidt.
Nuestro querido Fernando Martín pudo unirse como pionero si no hubiese sido por las lesiones de un maltrecho cuerpo al que había exigido mucho en los 9 meses precedentes. No estaba solo en la lista de bajas: Fernando Romay, Antonio Martín o Jordi Villacampa se unieron a aquel parte que lamía sus heridas en casa.
Pero rascando un poquito más y haciendo un repaso mental un poco más reposado, de repente sale a la mente un sorprendente nombre que por trayectoria posterior, llama aún más la atención. ¿Sabéis que el primer jugador, junto al mencionado Georgie Glouchkov desde NBA  fue el actual entrenador de New York Knicks, Mike D’Antoni?
El bueno de Mike, que jugó desde 1973 un puñado de años en la NBA, repartidos entre Kansas City Kings y San Antonio Spurs,  de forma discreta, quiso así  agradecer todo lo que Italia le había dado: una brillante carrera baloncestística en Milán. A los 38 años decide nacionalizarse italiano y representar a tal selección en Zagreb, algo que Sandro Gamba vio con buenos ojos, alcanzando un cuarto puesto. Nunca más volvió a jugar con ellos. Como ya digo, pudiera haber sido el rookie más veterano de la historia del baloncesto. Pero ahí quedó su aparición y ahí quedó su nombre para la historia.