Mucho antes de los tatuajes multicolores y el peinado Mohawk, antes de sus años en Denver y de la controversial suspensión por abusos de sustancias prohibidas, Chris Andersen tuvo la posibilidad de integrar el Heat de Miami. Corría el 2001 y el chico se había cansado de jugar en China y las ligas de desarrollo estadounidenses, por lo cual se había embarcado en un recorrido consciente para alcanzar la NBA.
Andersen vino a Miami y dejó la vida sobre las duelas. El entonces coach asistente y evaluador de talento Erik Spoelstra no olvidaría el esfuerzo de Andersen, pero finalmente el equipo decidió tomar otra dirección y otros jugadores, mientras que el chico –que no fue elegido por nadie en el Draft de 1999- logró un puesto con los Nuggets para iniciar su carrera en la mejor liga del mundo.
Pero Spoelstra siempre guardó aquella imagen de esfuerzo y cuando a mediados de campaña el equipo comenzó a evaluar piezas disponibles y surgió el nombre de Andersen, el ahora coach principal del Heat dio su respaldo a la idea de traerlo para otra prueba. Candidatos había, pero el dirigente subrayó la necesidad de contar con un jugador alto y potente, que fuera como una inyección de energía.
Sin embargo, en una organización de primera clase y que aprecia la disciplina por encima de todas las cosas como Miami, la sola imagen de Andersen parecía no encajar a primera vista. Luego de 42 partidos de temporada regular en los que el Heat tuvo balance de 39-3, y de un inicio de playoff más que promisorio, esos miedos se han disipado en su totalidad.
“Chris es un gran defensor, nos ofrece fortaleza, defiende el aro, captura muchos rebotes y ayuda mucho cuando a otro compañero le hacen un doble marcaje’’, apreció Spoelstra. “Nos ha venido como anillo al dedo y ciertamente nos sentimos afortunados de tenerlo’’.
Y ahora, cuando se habla de Andersen, tal parece que los ejecutivos del Heat fueran genios.
A simple vista sus números no son nada del otro mundo, con 4.9 puntos y 4.1 rebotes por noche, pero sus intangibles lo convierten en una pieza mucho más valioso para poder ser cuantificada en estadísticas. La presencia de Andersen dentro de la zona interior intimida y prácticamente no hay un jugador que intente penetrar la canasta de Miami que no lo haga sabiendo lo que le espera: un bloqueo seguro.
Andersen se ha convertido, a los ojos de muchos, en una especie de guardaespaldas de LeBron James y se ha convertido en un complemento perfecto al momento de facilitar pantallas que liberan al mejor jugador de Miami de las defensas rivales. Y todo eso sin hablar del elemento espectáculo. El “Hombre Pájaro’’ es posiblemente el miembro más popular del Heat, con perdón de las grandes estrellas.
“Disfruto mucho ser parte de este equipo y esta organización’’, dijo Andersen. “Los muchachos en el vestidor me hacen la vida fácil. Ser parte de esto es algo especial y sólo trato de disfrutar el momento’’.
Un momento que ahora se torna difícil con la llegada de Indiana, un conjunto que pondrá a prueba su dureza mental y física. Andersen nunca ha estado en una Final y presiente que está más cerca que nunca. Le toca a él seguir agitando sus alas y volar junto al Heat hacia el gran escenario de la NBA.
Fuente:
El nuevo herald
