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Pau Gasol es un hombre afortunado. Es consciente de lo amable que ha sido el destino con él y disfruta de su carrera deportiva y de la vida con el planteamiento personal de saberse un privilegiado. Este fin de semana viaja a Estados Unidos para iniciar la que será su duodécima temporada en la NBA. Aterrizará en Los Ángeles, no en otra ciudad, aunque parezca mentira echando la vista atrás.

Lo hace instalado en una sensación de urgencia, en la dulce necesidad de mejorar y de ganar, que siempre ha sido el motor de su gigantesco cuerpo. Quizá seá su último tren para lograr el tercer anillo. Lo sabe. "Estoy muy ilusionado. Tengo muchas ganas de empezar el trabajo en Los Ángeles".

Un año antes comenzó a sentirse fuera del equipo cuando todavía estaba entrenándose en Barcelona. Al mismo tiempo le señalaban como único culpable del fracaso de los Lakers en playoffs. Su posición en la franquicia se deterioró tanto que dejó de saberse intocable. Y arrancó la pretemporada con la confianza socavada, hecha añicos.

Una termita devoraba su moral según avanzaban las fechas. Llegaron a traspasarle por orden de Jim Buss, cuya apuesta era Bynum, y aquelló le mató. La NBA vetó aquella operación, pero Pau dejó de pisar en firme en Los Ángeles. Su temporada, con un entrenador, Mike Brown, cuyo libreto no le favorecía tanto como el de Phil Jackson, no alcanzó el notable.

Pero la suerte le ha sonreído otra vez: sigue en los Lakers porque Kobe así lo pidió en verano en el despacho de Kupchak; su equipo se ha reforzado de manera extraordinaria con Nash, Howard y Jamison, entre otros; nadie le cuestiona porque todo se presume ya de película en la cuna del celuloide; salió reforzado de los Juegos -el abrazo de gran parte de los jugadores americanos tras la final fue elocuente- y considera que tiene delante la oportunidad de su vida, una más, para ser campeón. "Estoy contento de cómo han ido las cosas en verano. Desde luego, se presenta una temporada muy ilusionante".

Después de los Juegos, Pau se tomó dos semanas de vacaciones y empezó a entrenarse el 1 de septiembre junto a Joaquín Juan, su preparador personal. El ala-pívot ha dado prioridad absoluta al baloncesto hasta que concluya la temporada NBA. Lo demás es secundario. Juan pasará más tiempo con él en L.A. Sus estancias junto al jugador serán más prolongadas porque Pau quiere volver al sitio que hace poco tenía. Antes de afrontar el viaje ató varios cabos sueltos y se puso en manos de una nueva agencia de representación que llevará sus asuntos a partir de ahora. Supone un gran giro en su carrera y también una ruptura con lo anterior.

El domingo ya estará en L.A. Le espera para cenar Steve Nash, viejo amigo. "Para mí supuso una inmensa alegría el fichaje de Nash. Es el jugador menos egoísta de la NBA. Estoy emocionado de poder jugar con Steve y con todo lo que aporta. Es el jugador más generoso que hay en la NBA. Además, es uno de los líderes históricos de asistencias".

Menos sencillo, en principio, será el entendimiento con Dwight Howard. No es algo que preocupe en exceso a Pau, al que tranquilizó Kobe en Barcelona, cuando ambos coincidieron en un acto para Nike. Hablaron de cómo jugarían los cuatro. Gasol acabó convencido. De hecho, Pau no sólo ha recuperado confianza este verano. El internacional ha redescubierto a su gran valedor en el equipo: un tal Kobe Bryant.

Fuente:Marca.com