La crisis eslovena pasa factura al Eurobasket 2013

El pasado 9 de mayo, Eslovenia adoptaba un paquete de medidas para conseguir en el presente ejercicio 540 millones de euros con el fin de sanear su sector bancario. Tal y como ocurriese en su momento con España, la única república balcánica que ha adoptado el euro como moneda oficial se encuentra al borde del rescate. Por este motivo, el Gobierno local decidió a solo tres meses para el arranque del Eurobasket 2013 un aumento del IVA de dos puntos (del 20 al 22%) y la creación de un 'banco malo'.

A la espera de comprobar si las resoluciones del Ejecutivo de centro-izquierda de la primera ministra Alenka Bratusek consiguen evitar la intervención de Bruselas, los bolsillos de los ciudadanos han sido los que más han notado estas medidas. Especialmente, a tenor del pobre volumen de venta de entradas en el acontecimiento deportivo más importante que ha acogido el país desde su independencia en 1991.

La 'Uruguay del baloncesto'

Junto con el balonmano y los deportes de invierno, el baloncesto es una de las disciplinas con más arraigo en la nación balcánica. Hasta ocho jugadores eslovenos militan o han militado en la NBA a pesar de la corta historia del país. Un dato más que considerable teniendo en cuenta sus poco más de dos millones de habitantes (la tan cacareada 'ÑBA' apenas cuenta con 13 miembros en un país que multiplica por 20 su población).

Sin embargo, y a pesar del buen momento que atraviesan los Goran Dragic, Bostjan Nachbar y compañía, el Eurobasket 2013 no ha logrado el tirón esperado entre la población eslovena, que tan solo ha respondido a la llamada de su selección. Por rango de asistencia, Eslovenia y Serbia han sido las únicas selecciones que han estado cerca de colgar el cartel de 'no hay billetes' en los partidos disputados hasta el momento en las dos primeras fases. De esta forma, las sedes de Celje (55,5%) y Jesenice (61,39%) han sido las únicas en vender más de la mitad del papel disponible.

Pabellones con 750 espectadores

Sorprendentemente, el buen torneo que está protagonizando la vecina Italia no se ha traducido en las taquillas. En sus tres partidos disputados en la sede de Koper, la selección 'azzurra' apenas ha rondado los 2.500-3.000 espectadores en un pabellón con capacidad para 5.000. Aun así, y a pesar de la respuesta de los aficionados transalpinos, el porcentaje de entradas vendidas en el Bonifika Arena apenas ha podido acercarse al 50% (47,57%).

A la cola del pelotón, y con unos preocupantes datos del 30,71% se encuentra la capital Ljubljana, que en su primera subsede, sita en el Tivoli Arena, ha llegado a registrar aforos tristes, como los 740 espectadores del Bélgica-Ucrania, los 750 del Israel-Gran Bretaña o los 790 del Ucrania-Israel.

Con la llegada de la segunda fase, y el traslado de la competición al gigantesco Stozice Arena, también en Ljubljana (12.500 espectadores), el escenario tampoco ha presentado una mejoría visible. Si bien en el Eslovenia-Italia del pasado jueves registró una entrada aceptable, con 10.000 aficionados en las gradas, partidos de primer nivel como el España-Grecia o el Lituania-Francia apenas llenaron una cuarta parte del aforo (2.980 y 2.640 espectadores, respectivamente). Entradas paupérrimas, que justifican en cierta medida que una de las firmas de mayor visibilidad en los LED de los pabellones sea un fondo de inversión con un sugerente nombre: Invest Slovenia.