Hijos de los ochenta

Hijos de los ochenta
La Vanguardia
Tras dos campeonatos de la NCAA, dio el salto a la NBA en 2007 como número 3 del Draft por Atlanta. Reconvertido a pívot (mide 2,08) por exigencias del guión, Al Horford ha llevado a su equipo a la elite de la Liga. A diferencia de su padre, ...
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existe un periodo de la historia reciente que se asocia al baloncesto es la década de los 80 del siglo pasado. El alumbramiento de la rivalidad entre Magic Johnson y Larry Bird, la llegada a la NBA de leyendas como Michael Jordan y Karl Malone coincidió con la eclosión de una de las grandes generaciones del baloncesto nacional de la mano de los Epi, Andrés Jiménez, Solozábal, Fernando Martín, Villacampa, Iturriaga o Romay. De cualquiera de aquellos días ya han pasado al menos 20 años, y el relevo generacional ha llegado. En los últimos años la NBA ha comenzado a acoger a hijos de jugadores que fueron protagonistas de los años de oro. Algunos de ellos ya están en la élite de la gran liga.

Estirpe de tirador

En 1987, Cleveland se sorprendía con sus Cavaliers. De la mano de Brad Daugherty, Mark Price, Ron Harper y Larry Nance, el conjunto de Ohio vivía su primera edad de oro y se convertía en candidato a todo. Desde el banquillo, un escolta de físico limitado contribuía aportando diez puntos por noche a base de excelentes porcentajes de tiro. Era Dell Curry, un joven jornalero llegado de Utah bajo la etiqueta de tirador. Sólo duró una temporada en Cleveland antes de recalar en los entonces Charlotte Hornets. En ese único año en los Cavs fue también padre de Stephen, nacido en Akron (Ohio) en 1988. Siete temporadas después de la retirada de Dell, que terminó sus días en activo cubriendo las espaldas de Carter y McGrady en Toronto, el pequeño Stephen llegaba a Golden State. Delgado y aniñado, su juego recuerda al de su padre: es un maestro del tiro. Como él, luce el dorsal 30. Y como él acredita unos porcentajes de lanzamiento excelsos: 48% en tiros de campo, 41% en triples, 94% en tiros libres. La franquicia de Oakland, en permanente reconstrucción, fundamenta su futuro sobre el joven Stephen.

Orgullo dominicano

Noviembre de 1988 fue una fecha feliz para el deporte dominicano: por primera vez, un jugador de la isla llegaba a la NBA. Tito Horford, formado en la Universidad de Miami, debutaba con los Bucks. Fue, no obstante, un estreno testimonial: el pívot de La Romana, de 2,16 de estatura, apenas jugó un minuto. Las lesiones lastraron su primera temporada. De hecho, toda su carrera, que se redujo a 63 partidos en tres cursos entre Milwaukee y Washinton. De aquel primer minuto de gloria NBA fue testigo su hijo Al, que entonces contaba dos años. Nacido también en Republica Dominicana, con el tiempo acabó estudiando en la Universidad de Florida, rival del centro donde estudió su padre. Tras dos campeonatos de la NCAA, dio el salto a la NBA en 2007 como número 3 del Draft por Atlanta. Reconvertido a pívot (mide 2,08) por exigencias del guión, Al Horford ha llevado a su equipo a la elite de la Liga. A diferencia de su padre, las lesiones le han respetado. Esta misma noche disputará su segundo All Star: 16 puntos y 10 rebotes por noche le avalan.

Dos aleros

A principios de los ochenta, pocos hubieran apostado porque un alero salido de la tercera ronda del Draft hiciera carrera en la gran liga. Darren Daye lo hizo: como número 57 de la promoción de 1983, su fama de trabajador, correcto tirador y chico-para-todo le dio un puesto en los Bullets del 83, que mantuvo tres años aportando 8 puntos y 3 rebotes por noche. Tras un brevísimo paso por Chicago, Boston le dio la oportunidad de estar entre los mejores. Como suplente de los legendarios Bird y McHale, Darren Daye disputó una final de la NBA –la de 1987- y una final de conferencia ante Detroit, en 1988. La derrota de los Celtics ante los Pistons de Thomas, Rodman y Laimbeer puso fin a su carrera NBA, antes de cruzar el charco para enrolarse en el Scavolini de Pesaro, uno de los rivales clásicos del Barça en la antigua Copa de Europa. A Italia ya viajó con su hijo Austin, nacido poco después de la última eliminatoria ante los Pistons. Mucho más alto que su padre (2,10), Austin Daye entró en el Draft de 2009 como número 15. Paradójicamente, los Pistons, el último equipo al que se enfrentó su padre, son ahora su equipo. Y, a pesar de las diferencias, el rendimiento de padre e hijo es similar, muy similar: en Detroit, Austin firma 7 puntos, 3 rebotes y 18 minutos por noche.

El héroe circunstancial

La carrera de Gerald Henderson fue tan inesperada como afortunada: pocos jugadores salidos de la tercera ronda del Draft pueden decir que fueron decisivos para ganar un título, jactarse de tener tres anillos y presumir de 13 años de trayectoria en la gran liga. Gerald Henderson llegó a Boston por la puerta de atrás, el mismo año en que aterrizó en los Celtics Larry Bird. A base de trabajo, se asentó como titular del equipo. En 1984 fue el autor de la canasta que daba en triunfo a los Celtics ante los Lakers. Tras el triunfo colectivo, le llegó el individual en los Sonics, donde promedió buenos números pero estuvo lejos del anillo, una senda que recuperó al final de su carrera, en Detroit, donde contribuyó de forma testimonial al triunfo de los Pistons en la final de 1990. En su estancia de dos años en los Knicks, (1986-1988), Gerald Henderson fue padre. Gerald McKinley Henderson Jr. vino al mundo en New Jersey, en diciembre de 1987. Criado en Pensilvania, Gerald Jr. fue pupilo de Mike Krzyzewski en la legendaria universidad de Duke, antes de llamar la atención de los Charlotte Bobcats –y de su propietario, Michael Jordan- que le eligieron en el Draft de 2009. En Charlotte, Gerald Jr. no pasa de ser un buen escolta suplente. Su padre, desde el banquillo, se retiró con tres títulos de la NBA en el bolsillo. No puede haber mejor inspiración, ni ejemplo.

Y aún hay más

Los genes de los ochenta están en otros jugadores de la NBA. Luke Walton, de los Lakers, es hijo de la leyenda de la NBA Bill Walton, campeón en 1977 y 1986 con Portland y Boston. Wes Matthews, suplente de Magic Johnson en los Lakers del Showtime, disfruta ahora con el juego de su hijo, el alero Wesley Matthews, en Portland. Durante un breve tiempo, Damien Wilkins recordó a la NBA que su padre, Gerald Wilkins, y su tío Dominique Wilkins, habían sido referencia del espectáculo en los años dorados. Henry Bibby, retirado en 1981, ve cómo su apellido sigue en la gran liga a través de su hijo Mike. Aunque quizá quien más orgulloso esté de su sangre sea Joe Bryant, que disputó ocho temporadas en la NBA antes de trasladarse a jugar a Italia en 1983. Algunos piensan que su hijo, Kobe Bryant, es el mejor jugador de la historia.


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