La tragedia de los Purple Aces: 45 años del mayor accidente aéreo en el baloncesto

2022-12-13

NBA

La tragedia de los Purple Aces: 45 años del mayor accidente aéreo en el baloncesto

Tal día como hoy en 1977 fallecían 14 integrantes y el entrenador del equipo masculino de la Universidad de Evansville

 
El equipo de los Purple Aces de la Universidad de Evansville en la...
El equipo de los Purple Aces de la Universidad de Evansville en la temporada 1977-78.
 

Se cumplen este martes 45 años de la mayor tragedia aérea que ha vivido el baloncesto. Tal día como hoy en 1977, un Douglas DC-3 de la compañía Air Indiana se estrellaba al poco de despegar del aeropuerto de Evansville. En su interior iba el equipo masculino de la Universidad local, los Purple Aces. No hubo supervivientes. Murieron 29 personas, incluidos los 14 jugadores y el entrenador Bobby Watson.

Evansville, la tercera ciudad más grande de Indiana, se desvivía por el baloncesto y aún lo sigue haciendo, como sucede en todo el estado. La Universidad, pese a su reducido tamaño, tuvo grandes momentos de gloria entre 1959 y 1971, cuando ganaron cinco títulos nacionales de la Division II de la NCAA. En aquella época, conseguir una entrada para los partidos de los Aces era una misión imposible.

Y la cosa se puso aún más complicada cuando para el curso 77-78, el equipo se hizo un hueco en la Division I. Competiría con las grandes Universidades de Estados Unidos, aunque le costaría. Su balance por entonces era de 1-3 tras perder en el último encuentro ante la Universidad de Indiana State de un tal Larry Bird.

Restos del avión estrellado.
Restos del avión estrellado.

Arad McCutchan, legendario entrenador del centro y natural de Evansville, había dejado su hueco a Bobby Watson. Era el elegido tras el desestimiento de Jerry Sloan, antiguo alumno de la Universidad que después alcanzaría los banquillos de la NBA: dirigió tres años a los Bulls y durante 23 a los Jazz. El nuevo técnico decidió que, ya que estaban en la élite, abandonarían los viajes en autobús y alquilarían un avión para los desplazamientos. Incluso para hacer los 200 kilómetros que separan Evansville de Nashville, el destino donde debían haber aterrizado aquel fatídico día.

Suma de errores humanos

El modelo elegido era un Douglas DC-3, un avión de hélice de dos motores diseñado a mediados de la década de los 30. En el que se subieron los Aces volaba desde 1941 y se consideraba ya una antigualla, aunque el modelo llevaba mucho tiempo demostrando su fiabilidad. Aquella tarde del 13 de diciembre, nada hubo que achacar al aparato. El informe de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte dejó claro que el accidente se debió a una suma de errores humanos.

Una imagen del avión siniestrado.
Una imagen del avión siniestrado.

Llovía y había niebla. Por momentos se pensó que no se podría realizar el viaje. El avión llegó al aeropuerto de Evansville ya con retraso y la tripulación tenía urgencia por tratar de recuperar tiempo. Embarcó a los pasajeros rápidamente. También un equipaje de 283 kilos que no se repartieron de la manera correcta, sino que se colocaron sobre todo en la cola. Primer error. El segundo fue que, con las prisas, alguien se olvidó de quitar los bloqueos de ráfagas en el alerón derecho y el timón antes del despegue. Según los informes, el avión podría haberse mantenido en el aire con uno de los dos errores. Con los dos, imposible.

Sólo 90 segundos de vuelo

A las 19.20 horas, los pilotos recibieron la autorización para despegar. El vuelo duró apenas 90 segundos. Con la movilidad limitada, el avión hizo un giro a la izquierda, luego comenzó a descender, golpeó las copas de algunos árboles, subió ligeramente y viró a la derecha antes de estrellarse contra el suelo desperdigando pasajeros, equipajes y fuselaje. Además, el combustible comenzó a arder.

El operativo de rescate se puso en marcha con rapidez, pero no era sencillo acceder a la zona del accidente, cerca de un barranco, de unas vías del tren y con el terreno muy embarrado. Antes que los bomberos acudieron vecinos alertados por el estruendo cerca de sus casas. Fueron ellos los primeros que, al ver las bolsas de deporte, se dieron cuenta de que en el avión viajaban los Aces, los ídolos locales.

Una macabra broma del destino

 

Para aquel viaje, el entrenador Watson había decidido que irían los 14 efectivos disponibles. Sólo se quedó en casa David Furr, un jugador de primer año que iba a estar de baja durante toda la temporada debido a una grave lesión de tobillo. Sólo dos semanas después, en una macabra broma del destino, moriría en un accidente de tráfico junto a su hermano cuando volvían de ver un partido de baloncesto.

El monumento homenaje a las víctimas que se construyó en la Universidad de Evansville.
El monumento homenaje a las víctimas que se construyó en la Universidad de Evansville.

El nombre de Furr fue incluido junto al de sus compañeros en un monumento que se levantó en la Universidad. Es una fuente formada por 29 tubos, uno por cada víctima, que trata de asemejarse a un balón que llora. En una losa de granito se puede leer un mensaje de esperanza del entonces presidente de la Universidad: "De la agonía de esta hora nos levantaremos". En otra se escribió: "En memoria de esos hombres valientes y devotos que dieron todo lo que tenían, incluso la vida misma, al deporte y a la universidad que amaban".

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Fuente:marca.com