El Heat de Miami no se deja intimidar por ningún rival en la NBA

El Heat de Miami no se deja intimidar por ningún rival en la NBA

  LEBRON JAMES y Shane Battier aprisionan a Carlos Boozer bajo el aro en el quinto juego contra Chicago.
LEBRON JAMES y Shane Battier aprisionan a Carlos Boozer bajo el aro en el quinto juego contra Chicago.
PEDRO PORTAL / MCT

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Los Knicks de Nueva York se han ganado un juego más de vida. Los Pacers vuelven a Indiana a curar la herida y a reconstruir la fe en un triunfo que los deposite en la final de la Conferencia Este. En cualquier caso, Miami observa desde el reposo fecundo del guerrero en espera de la próxima batalla.

Ambos posibles rivales se despedazan entre sí y sueñan con medirse a los campeones creyendo realmente que poseen méritos y municiones suficientes para despojarlos del trono. Nueva York se apoya en aquellas dos victorias tan lejanas de principios de contienda y los Pacers confían en un juego físico, intenso, que busca intimidar a sus rivales. Soñar no cuesta nada. Uno lo hace desde la habilidad y el talento de la mega estrella que es Carmelo Anthony, el otro bajo la certeza de que, como colectivo alto y potente, puede pasar por encima de cualquiera.

Definitivamente, y a pesar de la ausencia de Danny Granger, estos Pacers son mejores que los del 2012, han crecido y están listos para ofrecer sangre y fuego. El coach Frank Vogel llamó a Miami el equipo “de mayores artistas dramáticos’’ y dejó entrever que los árbitros lo beneficiaban.

El dirigente de Nueva York, Mike Woodson, no se cansa de repetir que su conjunto está construido precisamente para derrotar al Heat, aunque todavía nade contra la corriente en la serie actual. Los Knicks, no cabe duda, traen otro reto complicado y una actitud de superioridad.

Pero si algo han demostrado también estas dos primeras rondas es que Miami tiene todas las cartas en su poder para defender su corona. Un breve aplauso para la gallardía de Chicago y nada más. No hay ningún equipo, al menos en el Este, que puede superar a los reyes vigentes en una serie de siete partidos. Se podrá perder algo en un camino tan largo como la postemporada. Poca cosa acaso.

Y no me hablen de entrega y esfuerzo, o de juego físico. No hay mayor muestra de coraje que la de un Dwyane Wade abandonando la acción en busca de alivio en su rodilla y luego regresando en el cuarto parcial del quinto juego contra Chicago con un poder destructivo.

No, Wade ya no será más aquel joven que penetraba a sus anchas en los primeros años de su carrera, aquel que cambiaba de velocidades y ritmos para confundir la marca y entrar al aro, pero los años le han prestado esa experiencia que nace del conocimiento del cuerpo y de cómo acopiar energías para los momentos verdaderamente importantes, esos en los cuales los juegos se deciden y los campeonatos se ganan.

Miami se encuentra muy cerca de alcanzar la Final de la NBA por tercera ocasión consecutiva y, por supuesto, se lo debe por encima de todo a LeBron James, pero hasta el mismo mejor jugador de la liga tuvo un mensaje para Wade cuando parecía que los Bulls de Chicago doblaban página y se llevaban en el quinto partido de la segunda ronda de playoffs: “te necesitamos’’.

El dolor no se fue a ninguna parte, sólo cedió por un rato, pero ese lapso de tiempo bastó para inclinar la balanza del encuentro y demostrarle al mundo que el chico de la Universidad de Marquette sigue siendo un basquetbolista de élite, con habilidades suficientes para dominar y sobresalir en medio de la situación más adversa. Eso es algo que no se compra, Wade lo lleva en su ADN de competidor.

Los Pacers y los Knicks estiman que pueden pasar por encima de Miami y de nada vale romperles el sueño.

Wade, James y el resto del Heat opinan que a esta dinastía le queda mucho de reinado. Al menos un año más.

Fuente:

El nuevo herald


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