Keyand Foster, cómo superarse a través del baloncesto

2019-09-27

 

Publicado por FIBA 

 

 
 
27/09/2019
 
 

Keyand Foster, cómo superarse a través del baloncesto

 
 

SAN JOSÉ (Costa Rica) - La vida presenta momentos inesperados, un día puede definir el presente y el futuro de cualquier persona. La historia de Keyand Foster es la de como jugar baloncesto, a pesar de las limitaciones.

En el 2018, Keyand “Kian” Foster, decidió con el apoyo de sus padres, Cander y Alex, ambos ex jugadores, probar en el baloncesto, con 13 años y 1.87 de talla, y sin haber jamás picado un balón, fue integrado por el seleccionador, Pablo Martínez, al equipo de baloncesto del Colegio Seminario en San José, Costa Rica. Comenzó a jugar desde ese mismo momento. Su fortaleza cerca del aro, su físico y su estado atlético, lo llevaron a ser, desde ese momento, observado como uno de los jóvenes prospectos de los seleccionados de Costa Rica.

“Uno de mis jefes me dijo que había un muchacho de un colegio en un pueblo de la periferia (Santa María), que tenía 13 años y que medía a aproximadamente 1.90, que era atlético y muy fuerte. Vi una foto de él tocando el bombo en la banda musical del colegio, conseguí el número y de inmediato programamos una cita en el programa de baloncesto en donde tenemos una alianza de becas con un colegio privado y conseguimos una para que finalizara sus estudios y jugara baloncesto al mismo tiempo. Desde el momento que llegó, mostró una disciplina increíble y aptitudes físicas y atléticas impresionantes”, contó el coach, Pablo Martínez, en FIBA.basketball.com.

Por ser un jugador de esa talla a su corta edad, Martínez tuvo que trabajar mucho en su coordinación. En todas las competencias que involucraban aptitudes físicas, llegaba primero, por su fortaleza y sobre todo por ser el más alto. En su categoría, empezó a jugar en febrero y para octubre era uno de los mejores del equipo.

La vida de Keyand transcurría normal, como la de cualquier chico que comenzaba a dar sus primeros pasos en un deporte. Si bien lo estaba haciendo con 13 años, parecía que practicaba baloncesto desde pequeño.

A partir de ese momento, con un gran dominio del balón y destacable aptitud atlética, jugó en el equipo del colegio, además de comenzar sus primeros pasos en el Club San José, donde Martínez también era entrenador, y con las miradas puestas en él, al poco tiempo comenzó a convertirse en uno de los prospectos para integrar los seleccionados juveniles de Costa Rica.

“Nunca había jugado baloncesto, tenía excelentes notas y decidimos intentarlo con el deporte. Hay fotografías donde se ve que con tan solo 4 o 5 meses de práctica de baloncesto ya podía volcar la bola”, expresó, Cander Foster, madre de Keyand, en FIBA.basketball.com.

“Nunca me imaginé jugando baloncesto. Mis padres jugaron este deporte, pero mi papá se inclinó más por el atletismo y mi mamá dejó de practicar. No sabía ni picar la bola, pero fui criado bajo la normativa de hacer las cosas bien y aprovechar las oportunidades de la vida. No tardó mucho tiempo para que me enamorara del baloncesto”, contó Kian en FIBA.basketball.com.

Faltaban dos partidos para finalizar el campeonato colegial del mismo año de su debut, cuando en uno de los recreos jugando con sus compañeros de clase, uno de los niños lo golpeó, sin intención, con su uña en el ojo izquierdo, perdiendo inmediatamente la vista. Sus padres acudieron al Centro Médico de San José, donde los médicos les indicaron que se había obstruido el vaso que irriga el ojo izquierdo, por lo que no volvería a ver de ese ojo.

“Fue un impacto para todos y sobre todo para él. Estuvo dos semanas de reposo y el médico le dijo que tomara medicamentos para ver si regresaba la luz, pero después nos dijeron que no había nada que hacer, que había perdido la vista en ese ojo”, contó Cander.

“Lo que dijeron los médicos fue que “en el mundo de la medicina no había nada para revertirlo y que no era operable, que iba a perder el ojo”. Fue todo un tema institucional en el colegio, un duelo de profesores, alumnos y directores, porque es un chico muy querido por todos, más allá de lo físico, porque es humilde y trabajador y veíamos el potencial que tenía”, contó Martínez.

Finalmente le dieron un tratamiento por dos semanas y en la consulta de revisión el médico, le dijeron que no recuperaría la vista de ese ojo, pero que sí le darían el alta médica y podría volver a jugar baloncesto.

“No podía comprender que eso fuera real, fue sin duda el peor momento de mi vida. Solo recuerdo la tristeza de mi familia. Ver a mis padres sufrir me dio fuerzas para estar bien y seguir adelante. Mi entrenador buscó otros médicos, pero opinaban lo mismo y fui feliz cuando uno de ellos me dijo que podía seguir jugando baloncesto”, dijo Keyand y destacó: “Quería jugar en las finales del Torneo organizado por la Federación Costarricense de Baloncesto (FECOBA), mis compañeros de equipo me decían ¿Foster que vamos a hacer sin nuestro pivot?. Entrené todos los días después del colegio y con mi trabajo diario pude lograr volver a jugar baloncesto al poco tiempo”.

La primera vez que Keyand lloró, después del accidente, fue cuando no lo convocaron para jugar las semifinales del torneo FECOBA, muy próximas al accidente, pero luego el coach que lo llevó a debutar, le confirmó que iba a poder jugar y ese fue su regreso a las canchas.

“Lo que pasó me sacó de la forma de confort y me hizo investigar sobre la lesión de las personas que solo tiene un ojo funcional, averigüé en como poder ayudarlo. Él se compró unos anteojos y empezó a jugar. Hoy tarda un poco en reaccionar o los pases le toman por sorpresa, pero es medio segundo, y con el tiempo se va a ir acomodando. Ha hecho un esfuerzo extraordinario y no se nota la limitación que tiene”, contó Martínez.

“Fue un accidente que pudo pasar en cualquier etapa de mi vida, a mí me tocó, no importa en qué colegio estaba, este accidente pudo haber sido de alguna otra manera. No me arrepiento de jugar baloncesto, ahora soy un jugador de un solo ojo y sin mi visión periférica he tenido que acomodarme en la cancha. Entreno con los jugadores de juegos nacionales del equipo de San José y trato de dar la talla de tal manera que no se note mi discapacidad. Muchos entrenadores se acercaron a mi mamá y le preguntaron si me había curado”, afirmó Foster y agregó: “Este accidente es un claro ejemplo de que hay que vivir día a día. Quiero ser campeón colegial, llegar a juegos nacionales y a las selecciones nacionales. Tengo mucho baloncesto por delante, escalaré cada escalón que se me presente”.

La mamá de Keyand afrontó el accidente de su hijo de la mejor manera que pudo: “La vida de Kian es el baloncesto. Cuando el médico le dijo que perdió el ojo para el resto de su vida, él se quedó tranquilo, no dijo nada y no se preocupó, pero cuando le dijeron que podría complicarse para jugar baloncesto, ahí se puso a llorar. Ahí entendí lo que significaba este deporte para él y mi trabajo iba a ser el de darle el respaldo psicológico y emocional para que lo supere y pueda volver pronto a las canchas. Desde allí no hubo un día, mañana y noche que no hiciera todo lo que podía para volver. Después del accidente, a los 15 días, estaba jugando baloncesto, y así hasta el día de hoy”.

Con el Club San José, Keyand, se prepara para los juegos nacionales del país centroamericano. Uno de sus sueños es poder ser parte de la Selección U16 de Costa Rica, ya ha tenido pruebas siendo parte del equipo, y los resultados han sido positivos. Una historia de valentía, de superación, de cómo el deporte y el baloncesto pueden lograr lo inimaginable.

FIBA

 

 

 

Fuente:fiba.basketball/es/