Llegaba al TD Garden Detroit en el partido más desigualado de toda la temporada. En un lado, unos Boston Celtics con el mejor récord de la liga, todavía invictos en casa y descansados después de vencer a los Lakers por Navidad. Al otro, los temibles Pistons. Temibles porque sumaban 27 derrotas seguidas, a solo una de igualar el récord de Philadelphia, y nadie quiere ser el equipo que pierda ante Detroit. Un choque de dos trenes en caminos cruzados... y uno que necesitó prórroga para decidirse. Porque los Pistons llegaron a mandar por 21, se dejaron remontar 19 puntos en el tercer cuarto y vieron como Boston no lo cerraba en tiempo reglamentario. Por desgracia, aparecieron Kristaps Porzingis y Derrick White y ganó el sentido común.

 

 

Sin Jaylen Brown, todavía baja por el rodillazo de LeBron James, los Celtics arrancaron el partido desubicados. No entraban los triples, la defensa permitía tiros extremadamente fáciles a Detroit y Cade Cunningham empezaba el partido como acabó ante los Nets, como una estrella NBA. Se iban 11 arriba antes del primer parcial. Para el segundo cuarto se repetía el proceso. Los Celtics se llegaron a poner uno arriba (31-30) antes de un parcial de 34-12 que abría la brecha a 21 puntos. En toda la temporada, ni Detroit había mandado por 20, ni los Celtics habían estado 20 abajo. Y de golpe ambas marcas desaparecieron. 

 

 

Pero la salida de vestuarios cambió la dinámica. Derrick White, con zapatillas nuevas, y Porzingis, lideraron la remontada en ataque, y Jrue Holiday se encargó de Cunningham. Y al final del tercer cuarto, Boston volvía a mandar, dando la sensación de que podían cerrar el partido en cualquier momento, aunque no lo hicieron. Un intercambio de canastas entre Jayson Tatum y Bojan Bogdanovic, cerrado con seis puntos seguidos de Jaden Ivey dejó el partido empatado. Tatum puso a Boston dos arriba con ocho segundos, Cunningham falló el triple para ganar, pero Bodganovic recogía el rebote y lo mandaba a tiempo extra. Porque Tatum fallaba sobre la bocina. Cinco minutos más para saber qué lado de la historia verían los 18.000 aficionados que llenaban el TD Garden.

 

 

Pero la prórroga era territorio Boston, por primera vez este año. Entre Derrick White (10), Porzingis (6) y Holiday (4) anotaban todos los puntos de unos Celtics que necesitaban ganar para evitar el escarnio público. El letón acabó con 35, además de 8 rebotes. No se quedó muy lejos Tatum con 31 pese al 11/31 en tiros, con 10 asistencias, 7 rebotes y 5 robos. White, autor intelectual de la remontada, cerró la noche con 23 puntos en plena candidatura al All Star de la NBA. Cunningham, con 31, volvió a ser el mejor para unos Pistons que tuvieron a Ivey (22+10), Bogdanovic (17+12) y Duren (15+14) en dobles figuras en puntos y rebotes. Y el sábado, ante Toronto, podrán batir el récord y quedar en solitario como la peor racha de la historia.

 

 

Los 28, cifra que mantienen los Sixers entre 2015 y el inicio de 2016, sigue siendo hasta el día de hoy la racha más larga de derrotas consecutivas. El equipo de Brett Brown tuvo en sus filas, entre las dos temporadas, nombres como Christian Wood, Javale McGee, Jerami Grant, Robert Covington, Ish Smith o TJ McConell, jugadores que han hecho carrera en la NBA, además de veteranos como Elton Brand y Jason Richardson. Y varios picks altos de los drafts más recientes: Michael Carter-Williams, Jahlil Okafor y Nerlens Noel, todavía sin Ben Simmons y Joel Embiid. Todos ellos están, con los Pistons de 2023/24, en la historia de la NBA.

 

 

 

Noche de historia en la NBA. Porque en Chicago, los Bulls se toparon con la mejor versión posible de Tyrese Haliburton: 21 puntos, 20 asistencias y 0 pérdidas de balón, algo que solo había conseguido Chris Paul en la historia. Máximo de carrera en pases de canasta y triunfo importante de unos Pacers que mantienen la octava posición y abren hueco con Brooklyn y Chicago. En Denver, con la ausencia de Ja Morant, que tiene a los Grizzlies 4-0 cuando está disponible.

 

 Nikola Jokić puso también su granito en la historia de la NBA: triple-doble sin tiros fallados, con 26 puntos (11/11 tiros, 3/3 tiros libres), 14 rebotes y 10 asistencias. Solo cuatro veces un jugador en la historia había logrado un triple-doble con 100% de campo, aunque nunca anotando más de 20 puntos. Y descansó todo el último cuarto.

Perdió Dallas, que sin Luka Dončić y Kyrie Irving, luchó más de lo previsto ante Minnesota. Los Wolves, mejor equipo del Oeste, necesitaron 44 puntos de Anthony Edwards para sumar el triunfo. Todos los titulares de Minny acabaron en dobles figuras en anotación, aunque la sorpresa fueron los 32 de Tim Hardaway Jr. Desde el 6-1 con el que empezaron la temporada, Dallas está 12-13. Y los Mavs quedan empatados con New Orleans, que ganó gracias a su big-3: 

 

 

Zion Williamson, Brandon Ingram y CJ McCollum. Los tres por encima de los 20 puntos, Zion se quedó a dos asistencias del triple-doble (21 puntos, 10 rebotes). Aunque fue la defensa la que garantizó el triunfo, permitiendo 37 puntos en el primer cuarto y solo 39 entre el segundo y el tercero. El parcial de 8-2 en los últimos tres minutos, la daga definitiva en el corazón de los Jazz. 

 

 

También perdió Golden State, en casa, en una noche aciaga para Steph Curry. El mejor triplista de todos los tiempos se quedó en 13 puntos, y aun así fue el máximo anotador de los Warriors. Cuatro miembros de los Heat superaron la cifra, con Tyler Herro haciendo sangre en una noche donde faltaron Jimmy Butler, Caleb Martin y Kyle Lowry para Miami, que arranca su gira por el Oeste con triunfo importantísimo. Y en San Antonio se veían las caras el último pick #1 del draft y Scoot Henderson, pick #3.

 

En su vuelta, Wembanyama anotó 30 puntos, con 7 tapones, 6 asistencias y 6 rebotes. El último rookie que consiguió unos números similares fue Tim Duncan en 1998, y se convierte en el noveno jugador en firmar un 30-6-6-7 en la historia de la NBA. Y los Spurs, que habían perdido 23 de los últimos 24 partidos, suman otro triunfo ante un rival directo. 

 

 

La noche la cerraron los Lakers. En un duelo donde LeBron James y Anthony Davis fueron duda hasta última hora, y donde aplastaron a Charlotte. Al descanso, ganaban por un punto, 58-57. El parcial en la segunda parte fue, de salida, de 48-23. Para entonces, LeBron ya había conseguido un doble-doble con 17 puntos y 11 asistencias, y Davis 26 puntos, con 8 rebotes y 4 tapones. Y lo mejor, no tuvieron que volver a pista. Porque el banquillo, liderados por D'Angelo Russell y Austin Reaves, con 16 cada uno, aguantó la diferencia. Y los Lakers se cuelan octavos otra vez.